martes, 28 de diciembre de 2010

That Place

Temblando de frío suspiro cada mañana. No es un frío que tenga que ver con la temperatura. Es el frío que provoca la ausencia de tu candor.

Todas las mañanas dirijo mi mirada a la ventana buscando un rayo de luz que me lleve a ti. Un rayo que atraviese esta distancia siguiendo la estela de cada sentimiento que te envio. Cada pensamiento que dirijo a ti. Cada mirada encendida con la que observo la nada, esperando encontrarte en ella. Me siento capaz de cabalgar el mínimo haz de luz, con tal de llegar a ti. No importa el tamaño o la intensidad. Solo que salga de aquí y termine contigo.

Te busco en cada rostro por la calle. Te huelo en cada aroma que se cruza por mi nariz. Escucho tu voz en cada esquina. Y desapareces sin más. Una burlona sonrisa que se oculta en una sombra y se desvanece sin que nada pueda hacer. Pido al mundo que gire más rápido. Pido a una extraña deidad que me deje estar allá donde mi corazón no sangre de pena. Donde pueda sonreír de felicidad plena. De plena alegría. Allá donde en mis ojos solo tu estés reflejada. En ese extraño paraíso que ha surgido en mi mundo desde que tu llegaste a él. Allá donde la luz me ciega y camino sin mirar agarrado a tu mano. Allá donde no necesito hablar ni escribir para expresarme. Allá donde con solo sonreír intento decirte lo que siento. La dicha que siento. Allá donde mis emociones no caben en un solo corazón. Allá donde las vacío en el tuyo con cada beso.

Quiero llegar a ese lugar.
Sueño con estar en ese lugar.
Cada sonrisa es un mudo ruego por estar ahí.
Por estar contigo.

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