miércoles, 6 de noviembre de 2013

Here again?

Todavía en la orilla. Todavía contemplando las olas. 

El sol se pone sobre dunas espumosas mientras ese conocido vacío vuelve a ocupar su lugar. Me cegó el sol cuando estaba buscando luz. Una esquirla, un desello, me hubiera bastado. Pero mis ojos se posaron sobre la más cercana estrella, la misma que veo desaparecer ahora. Siempre supe que pasaría. Pasa todos los días. Es el ciclo natural de las cosas. Pero una vez más, soñé con un imposible. Un dulce sueño en el que fui feliz, por poco tiempo que fuera. Disfruté cada momento bañado por su luz. Radiante. Pletórico. Feliz. Las noches se hacían eternas y los días cortos. Sonreía con que solo estuviera ahí. No necesitaba nada más. Pero poco a poco quise abrir más los ojos. Quise acercarme más. El calor era delicioso y la luz magnífica.

Pero los días de sol terminaron con el Invierno. Una gran masa negra eclipsó mi astro favorito. Y por mucho que brillara cada noche, volvía a ponerse delante de él sin descanso. 
No hay corazón, por fuerte que sea, que logre soportar semejante castigo. Tuve que abrir mi paraguas para cubrirme de la lluvia. Tuve que volver a sentarme en la orilla, junto con mis viejos conocidos. Tuve que volver a contemplar las olas, anhelando esa felicidad innominada. Esa necesidad vital que tenemos aquellos que contemplamos mares de niebla. Esa razón por la que vaciar tu mente y ocuparla con un rostro. Con una voz. Con un aroma. 
Vuelvo a caer al vacío de la incertidumbre, buscando destellos que se conviertan en estrellas. 

No puede abandonarnos por mucho que se lo pidamos ni por mucho que lo deseemos. Bien es cierto que la esperanza es el último de los males, que atesoramos fieramente en nuestra latente Caja de Pandora. 

lunes, 21 de octubre de 2013

Night after all

Y finalmente anocheció.

sábado, 6 de julio de 2013

Doubtful Blade

¿Nacido para un propósito?
¿Engendrado con qué fin?
¿Vivir?
¿Qué vida he de vivir?
¿Qué camino he de seguir?
¿Quién define el yo y quién define sus sueños?
¿Quién?
¿Y por qué yo?
¿Por qué nosotros, los humanos?

Lánzame al cosmos, enarbolando estas preguntas, cortando con ellas el eterno firmamento.
Catapúltame hacia las estrellas y yo atravesaré el centro de cualquier galaxia para hallar respuesta.

A place to go

Escapo y escapo.
No me detengo en mi empeño de poner distancia entre esa terrible sombra y yo.
Sólo mientras duermo es capaz de alcanzarme y atormentarme. Vuelvo a correr para alejarme de ella.
Vivo en esta eterna lucha, en este eterno ciclo de sueño y vigilia, en esta continua rueda de dolor y miedo.
Mas no corro sin rumbo ni guía. Huyo hacía un fuego fatuo, tal vez una luz artificial. Pero es ella quien, sin intentarlo y sin pretenderlo siquiera, me da fuerzas para seguir.
Un objetivo inalcanzable. Una eterna esperanza. Mientras yo continúo odiando más y más a esa sombra, esa luz me hace sonreír cada día.
Escuchando la dulce melodía que evoca su esplendor. Sentado en cualquier lugar despidiendo con miedo cada sol. Mas el miedo no es suficiente para quitarme las ganas de soñar. De soñar con la luz que volveré a contemplar cada día.
Por eso, cada vez que sufra, cada vez que sienta esa sombra cerca de mí, correré hacia un fuego fatuo, una luz artificial. Acompañado siempre de su natural sinfonía.

Un cuadro, una estatua, una canción... no siente ni ama. Y pese a no ser correspondido, ¿no puedo acaso enamorarme de su belleza?

sábado, 22 de junio de 2013

Wanna grab you, yellow star

Por mucho que mire al cielo, no seré capaz de tocarlo siquiera.
Por mucho que me esfuerce, no caminaré sobre las nubes.
Por mucho que el sol me sonría e ilumine mi rostro, nunca me invitará mas que a contemplarlo.
No me concederá una mísera noche. Partirá en cada ocaso. Me abandonará a cada atardecer. Conforme pasan los días, ha permanecido cada vez más tiempo. Cada día he disfrutado más y más de su presencia. Cada día ha brillado más y más para mí. Cada noche he temido más y más que no volviera a brillar. Y conforme el tiempo sigue su curso, parece que lo iré perdiendo día a día.

No quiero. No la puedo perder. A esa estrella que desde el último solsticio ha estado más y más presente en mi vida. A esa estrella que desde hoy empezará a irse cada vez más. Quiero agarrarlo con fuerza y no dejar que se vaya, pero me sigue asustando el dolor. Sé que puede quemarme aún sin pretenderlo. Sé que si voy demasiado rápido, desaparecerá en el horizonte.

Y no hago nada, salvo contemplar como se aleja día tras día y desaparece noche tras noche.

Los sueños y las esperanzas son el castigo más doloroso para quien contempla el firmamento y sus estrellas.

miércoles, 8 de mayo de 2013

N - Cap. 6: Duelo

- ¿Cómo que qué hago aquí?-contestó sorprendido Jack Valentines-. ¿Qué hay de malo en reencontrarse con un amigo en una bonita noche como esta?
- No tengo una buena noche. Y no recuerdo que seamos amigos.
- ¿Por qué dices eso?-tomó una pequeña pausa mientras observaba el sucio almacén-. Hay que ver cómo has dejado esto... ¿Es que aún no has aprendido nada?
- No voy a escuchar sermones de un viejo como tú.
- Eh, tranquilo. Al menos querrás saber por qué estoy realmente aquí, ¿no? Pues verás...

Pero N ya le había dado la espalda al orador, sin intención de oír nada más. Había tenido la mala suerte de coincidir en varias ocasines con su supuesto amigo, y no las recordaba con muy buenos ojos. Para mayor mosqueo, acababa de recordar que esa noche volvía a casa sin cobrar, por lo que Valentines había vuelto sus esfuerzos por olvidarlo, completamente inútiles.

- Sí. Parece que todavía no has aprendido nada-susurró la voz de Mr. Valentines a detrás de él-. No me des la espalda, polluelo.

"Yomi" había decidido posarse en la espalda de N, imulsada por la enfundada mano de su dueño.

- Ten cuidado. "Yomi" anda un poco resfriada estos días. No se sabe cuando puede estornudar.

- ¿Me estás amenazando con esa reliquia, cowboy?

- Poco puedes hacer en estos moentos con tu juguete de coleccionista, gran guerrero.

- ¿A qué has venido, Jack?

- ¡Oh! Ahora quieres escucharme. ¿Es realmente necesario interponer a mi amiga entre nosotros para ganar tu atención? Pues como te iba diciendo...

Valentines apartó rapidamente el brazo con el que mantenía la atención de N, evitando así el corte ascendente que describió la hoja que este empuñaba.
N continuo acometiendo sin descanso contra Valentines, el cual de momento se limitaba a esquivar los letales golpes. Era consciente de que esa hoja lo desmembraria sin ningun miramiento una vez entrara en contacto con su cuerpo.

- Que ocurre, Jack? Vas a limitarte a la defensa?- pregunto N provocativamente-.

El aludido continuo en su tarea de mantenerse con vida, en lugar de contestar a las infantiles provocaciones de su agresor. El espacio no era suficiente para continuar la contienda. Atravesando una ventana, Valentines se propulsó en dirección a la oscura noche que poblaba las calles. "No pienso seguirte, Jack", pensó N, "No puedes pensar que sea tan idiota". Con pisada firme, el liviano asesino atravesó las puertas del almacén. Pero Valentines no estaba muy de acuerdo. Una bala silbó extremadamente cerca del rostro de N. El espadachín lamió gozosamente la sangre que se precipitaba por una de sus mejillas. Sintió como, lentamente, un frenético éxtasis lograba hacer resonar su corazón por toda la lamentable estancia. Poco a poco, su respiración se fue acelerando, interpretando un rítmico solo en mitad del silencioso concierto que estaba tomando lugar en mitad de la noche. N no pudo reprimir una risa nerviosa.

- Je... Jajajajajajajaja - rió como una hiena histérica -. ¿Pretendes provocarme, Jack?¡JAJAJAJAJAJAJAJA!
- Eres patético cuando pierdes las formas, N.

Bajo su sombrero, Jack Valentines esbozó una zorruna sonrisa. Había conseguido volver a encañonar a N de espaldas a él, justo en la dirección opuesta de la que había surgido la bala, y a hacia la que N gritaba.

- ¿Otro de tus cacharros? - preguntó N con el ánimo recuperado-. No estaría de más que invirtieras tus ganancias en un poco de dignidad, antes que en estas triquiñuelas.
- Algunos sólo tenemos una vida que gastar, polluelo - explicó con deliberada calma el aludido -. Sabes que nunca podría enfrentarme a ti cara a cara.
- ¿Eso que huelo es miedo, Jack?
- Parece que has estado metiendo las narices en asuntos de adultos, pequeño. Y los mayores me han pedido que venga a darte unos azotes.
- Hablas como mi madre y haces cualquier cosa por dinero. Sin duda esos cerdos no erran al llamarme entre chillidos hijo de...

Bang.

- No tengo interés en continuar esta conversación, viejo amigo. Descuida, no me olvidaré de darle de comer a Noirette.

Pero N no podía responder en aquel momento. Una de las muchas pegas de tener el cráneo perforado por una bala de semejante diámetro.

- Hasta pronto, N. No me guardes rencor.

(...)

Una sombría figura carga con un ensangrientado bulto a través de la moribunda urbe. Los protágonistas han cambiado, mas no varía la escena acontecida hace a penas unas horas. El destino es sin duda una rueda que no deja de girar.


La noche se despide con el marcador a favor de la muerte