miércoles, 25 de mayo de 2011

Soy Nosotros. Y luego está él.

No te sueltes. Por lo que más quieras, no te sueltes.

Es tiempo de escapar de esta oscuridad. Sin importar qué dejes atrás. Tienes que agarrarte a mí. Agárrate fuerte. Y, sobre todo, no me dejes caer. No dejes que mi oscuridad me atrape. No permitar que me convierta en aquello que más odio. En ese monstruo que me sonríe al doblar cada esquina. En esa bestia que clava en mi sus dos vacíos ojos. Esos ojos que asemejan no tener fondo. Esos ojos de un negro tan oscuro como su propio espíritu.

No dejes que te engulla. No dejes que su maldad te humanice. No dejes que su sonrisa te seduzca... ¿A ti o a mí?¿Es que acaso tú y yo no somos uno? No puedes confiar este deber a nadie más que a ti mismo. No puedo cargar esta misión sobre los hombros de otro que no sea yo. Somos tu y yo. Soy nosotros. Eres nosotros. Somos nosotros. Y luego, está él.
Nuestro vacío interior. Todo en él es lujuria, odio, burla, rabia, rencor, desprecio, vanidad, grandiosidad, demencia y sombras. Sombras que nacen de nuestras dudas y temores. Y no puedo evitar temer convertirme en él. Temer que él gane la partida. No puedo dejar que vuelva a mí, sin importar que sea un fragmento de mi ser tan importante como lo eres tú.
No tiene sentido encender nuestra luz. Nuestro fuego. Él crece bajo nuestro resplandor. Cuanto más brilla mi sonrisa, más se parece a su torvo gesto. Tu felicidad te conduce a su trampa. A que tome el control. Es tiempo de correr. De escapar de estra nuestra oscuridad.

Por eso, no me sueltes. Por lo que más quieras, no me sueltes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario