miércoles, 8 de mayo de 2013

N - Cap. 6: Duelo

- ¿Cómo que qué hago aquí?-contestó sorprendido Jack Valentines-. ¿Qué hay de malo en reencontrarse con un amigo en una bonita noche como esta?
- No tengo una buena noche. Y no recuerdo que seamos amigos.
- ¿Por qué dices eso?-tomó una pequeña pausa mientras observaba el sucio almacén-. Hay que ver cómo has dejado esto... ¿Es que aún no has aprendido nada?
- No voy a escuchar sermones de un viejo como tú.
- Eh, tranquilo. Al menos querrás saber por qué estoy realmente aquí, ¿no? Pues verás...

Pero N ya le había dado la espalda al orador, sin intención de oír nada más. Había tenido la mala suerte de coincidir en varias ocasines con su supuesto amigo, y no las recordaba con muy buenos ojos. Para mayor mosqueo, acababa de recordar que esa noche volvía a casa sin cobrar, por lo que Valentines había vuelto sus esfuerzos por olvidarlo, completamente inútiles.

- Sí. Parece que todavía no has aprendido nada-susurró la voz de Mr. Valentines a detrás de él-. No me des la espalda, polluelo.

"Yomi" había decidido posarse en la espalda de N, imulsada por la enfundada mano de su dueño.

- Ten cuidado. "Yomi" anda un poco resfriada estos días. No se sabe cuando puede estornudar.

- ¿Me estás amenazando con esa reliquia, cowboy?

- Poco puedes hacer en estos moentos con tu juguete de coleccionista, gran guerrero.

- ¿A qué has venido, Jack?

- ¡Oh! Ahora quieres escucharme. ¿Es realmente necesario interponer a mi amiga entre nosotros para ganar tu atención? Pues como te iba diciendo...

Valentines apartó rapidamente el brazo con el que mantenía la atención de N, evitando así el corte ascendente que describió la hoja que este empuñaba.
N continuo acometiendo sin descanso contra Valentines, el cual de momento se limitaba a esquivar los letales golpes. Era consciente de que esa hoja lo desmembraria sin ningun miramiento una vez entrara en contacto con su cuerpo.

- Que ocurre, Jack? Vas a limitarte a la defensa?- pregunto N provocativamente-.

El aludido continuo en su tarea de mantenerse con vida, en lugar de contestar a las infantiles provocaciones de su agresor. El espacio no era suficiente para continuar la contienda. Atravesando una ventana, Valentines se propulsó en dirección a la oscura noche que poblaba las calles. "No pienso seguirte, Jack", pensó N, "No puedes pensar que sea tan idiota". Con pisada firme, el liviano asesino atravesó las puertas del almacén. Pero Valentines no estaba muy de acuerdo. Una bala silbó extremadamente cerca del rostro de N. El espadachín lamió gozosamente la sangre que se precipitaba por una de sus mejillas. Sintió como, lentamente, un frenético éxtasis lograba hacer resonar su corazón por toda la lamentable estancia. Poco a poco, su respiración se fue acelerando, interpretando un rítmico solo en mitad del silencioso concierto que estaba tomando lugar en mitad de la noche. N no pudo reprimir una risa nerviosa.

- Je... Jajajajajajajaja - rió como una hiena histérica -. ¿Pretendes provocarme, Jack?¡JAJAJAJAJAJAJAJA!
- Eres patético cuando pierdes las formas, N.

Bajo su sombrero, Jack Valentines esbozó una zorruna sonrisa. Había conseguido volver a encañonar a N de espaldas a él, justo en la dirección opuesta de la que había surgido la bala, y a hacia la que N gritaba.

- ¿Otro de tus cacharros? - preguntó N con el ánimo recuperado-. No estaría de más que invirtieras tus ganancias en un poco de dignidad, antes que en estas triquiñuelas.
- Algunos sólo tenemos una vida que gastar, polluelo - explicó con deliberada calma el aludido -. Sabes que nunca podría enfrentarme a ti cara a cara.
- ¿Eso que huelo es miedo, Jack?
- Parece que has estado metiendo las narices en asuntos de adultos, pequeño. Y los mayores me han pedido que venga a darte unos azotes.
- Hablas como mi madre y haces cualquier cosa por dinero. Sin duda esos cerdos no erran al llamarme entre chillidos hijo de...

Bang.

- No tengo interés en continuar esta conversación, viejo amigo. Descuida, no me olvidaré de darle de comer a Noirette.

Pero N no podía responder en aquel momento. Una de las muchas pegas de tener el cráneo perforado por una bala de semejante diámetro.

- Hasta pronto, N. No me guardes rencor.

(...)

Una sombría figura carga con un ensangrientado bulto a través de la moribunda urbe. Los protágonistas han cambiado, mas no varía la escena acontecida hace a penas unas horas. El destino es sin duda una rueda que no deja de girar.


La noche se despide con el marcador a favor de la muerte

No hay comentarios:

Publicar un comentario